Un recorrido sensual que combina una dulzura adictiva con matices florales delicados y envolventes. Inspirada en los tradicionales malvaviscos de azúcar —las famosas guimauves parisinas elaboradas con flor de azahar—, esta fragancia evoca la ternura de la infancia, la inocencia del primer amor y ese deseo dulce.

Notas de salida: un estallido de neroli y flor de azahar, rodeados por destellos chispeantes de bergamota, pimienta rosa y coriandro, que aportan una sensación vibrante y cálida a la vez.

Notas de corazón: florece un ramo sensual y delicado de jazmín, madreselva, rosa, iris y una capa de nube de azúcar aterciopelado. Este acorde gourmand floral envuelve la piel como un susurro, con una textura dulce, etérea y reconfortante.

Notas de fondo: pura tentación con caramelo fundido, azúcar, vainilla cremosa y ámbar suave, enriquecidos con un fondo sensual de almizcles, civeta y ládano, que aportan profundidad y magnetismo.

Una combinación perfecta entre dulzura y deseo.